Que duda cabe del execrable y cobarde accionar de delincuentes escondidos bajo la bandera de hinchas que en su estúpida idea fanática por once sujetos que corren tras una pelotita generan el desmadre y caos por donde transitan. Con pantalones reguetoneros hasta los tobillos, zapatos hinchados cual de muñecos de Disney, una gorra al estilo Giligan y blinblines de a sol que desentonan con una hermosa Javier Prado, los energúmenos se desplazan.
La trágica muerte de Paola Vargas Ortiz a manos de la salvaje hinchada crema ha despertado en la opinión pública la indignación que muy pocas veces fuimos testigos. La prensa radial, escrita y televisiva, el Congreso de la República, la Policía Nacional e incluso el mismísimo Presidente de la República han organizado una eficiente campaña con el fin de identificar a los responsables de este abominable crimen, y desde luego que lo es; segar a una persona, arrojándola de una combi es un acto inmisericorde que bien valdría la muerte como castigo ejemplar para los asesinos.
En una conversa casi sociológica con el nano, mi hermano, nos preguntábamos ¿Qué de particular tiene este caso que hasta el jefe de la nación encendió una vela en este entierro? contando también con el secundo de ministros, congresistas y la prensa en su totalidad. Desde luego que un crimen de tamañas proporciones genera adherencias solidarias y hasta hace más eficiente, aunque sea por el mediatismo, la identificación y sanción a los malandros. Pero, ¿Qué hay tras todo esto?. Es seguro que Paola Vargas no es la primera víctima inocente de las llamadas barras bravas, es más, mientras escribo este post leo en un micro espacio de 3 x 6 cms en la web de RPP que: "la muchacha", así la califican, Susan Yumira de 16 años recibió un balazo en la espalda destrozándole parte del colon, los intestinos y los ovarios en un enfrentamiento entre barras de la U y Alianza. ¿Entienden lo que quiero transmitir?
Casi siempre los emblemas en pos de la lucha contra la delincuencia son representados por víctimas que pertenecen a determinados estratos sociales, a quienes consciente o inconscientemente se le adosa un valor agregado para elevarlas como arquetipos en la búsqueda de justicia y sanción. Una vida perdida no es más lamentable que otra y la cobertura no debiera diferenciarlas. La vida cercenada de Paola Vargas, una bellísima contadora surcana de la Universidad del Pacífico como también la de Susan Yumira "la muchacha" de Ate y seguramente estudiante de un colegio nacional, son tanto igual de lamentables que reclaman justicia e indignación para apresar a sus malditos verdugos.
domingo, 8 de noviembre de 2009
Víctimas, Entre la Cobertura y la Indiferencia
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2 comentarios:
Gran parte de tus comentarios son discriminatorios, odias a las universidades nacionales ,te burlas de los que llamas "nacos", incentivas y festejas los comentarios racistas y ahora sales con un comentario en el cual la quieres pegar de justo y solidario con un caso social.
Este ultimo comentario tuyo no va de la mano con muchos otros que escribes con otros pseudónimos en dferentes blogs donde eres aliado de pitucos bamba.
Comienzo a pensar que estas practicando para prensa amarilla o que eres bipolar.
Ni uno ni lo otro. No odio a las nacionales, a la UNI al menos la respeto bastante. Creo que me estás confundiendo con otra persona.
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