Que duda le cabe al país de las ingentes hordas de sufrimiento y dolor que azotaron en los ochenta e inicios de los 90 a la población peruana. Bajo la sanguinaria figura de un pensamiento enfermo que caló como reguero de pólvora en las esferas estudiantiles universitarias y que desgració a un importante número de compatriotas inocentes. Hoy, el sendero, exhala sus últimos gemidos y se disipa en una nebulosa aún cargada de terror.
Hace casi 20 años, cuando niño, se escuchaban a lo lejos las detonaciones que sumergían a obscuras la ciudad y con la ingenuidad de mi edad preguntaba a mamá ¿Por qué hacen eso? - quieren llamar la atención, me decía . Inmediatamente después el cerro empezaba lentamente a iluminarse, cerca de tres a cuatro puntos amarillos y brillantes se movían en direcciones opuestas para después hacer aparecer otros más, formando una enorme figura visible a kilómetros de distancia. La hoz y el martillo brillaba y las sirenas policiales aullaban con una prestesa inmediata.
El artefacto en en boga de ese entonces, que brindaba hasta un cierto estatus social frente a los demás vecinos, no era la posesión de una tv a color, recientemente aparecida, sino que se reflejaba en la tenencia de un generador eléctrico. Tanta era la familiaridad con las innumerables noches de penumbra a causa de los derribos de las torres de alta tensión a manos de los terrucos, que hasta comerciantes hábilmente ingeniosos llenaron sus magros bolsillos con el negocio de alquiler de grupos electrógenos. La zona por donde vivía era considerada "zona roja" , término que años más tarde comprendí lo que significaba. Varios profesores de un colegio nacional cercano fueron apresados y algunos otros escaparon, dejando en el abandono a sus familias, ellos fueron acusados de pertenecer a sendero y los suyos confinados al ostracismo de vivir encallados con un estigma que hacía aún más difícil su situación.
Luego del barullo senderista y algunos disparos escuchados a lo lejos, la mañana aparecía con una tensión evidente , las paredes pintadas con lemas alusivos a la causa terrorista y una cuantiosa cantidad de panfletos con tinta roja servían de alfombra a los colegiales que prestos ingresaban al colegio.
Un diáfano recuerdo que aún perdura en mi mente se dibuja en una campaña evangelística al aire libre, donde mi familia participaba y desde luego también yo. Cerca de las 8, en medio del culto, las luces de los postes se apagaron, y la penumbra de la noche preparaba el trémulo escenario para lo que sería mi encuentro más cercano con la violencia terrorista. El predicador no amilanó su discurso ante la falta de luz y al parecer los asistentes tampoco, pues las alabanzas resonaban más fuerte alentadas por la adversidad del momento. Es cuando veo a lo lejos acercarse por la avenida principal un ENATRU (bus de transporte público) que reflejaba en su interior una luz muy extraña, conforme se acercaba, la expresión de los que tomaron conciencia de la situación evidenciaba la gravedad del suceso.
Pude ver muy claramente desde unos escasos 5 metros que un grupo de 4 personas amenazaba al conductor del vehículo con un arma, ellos llevaban trapos rojos que cubrían la parte inferior de sus rostros. Pude ver también que rociaban combustible en el interior del autobus y las llamas comenzaban a elevarse generando un humo negro muy cargado. Los asistentes empezaron a correr aterrorizados y yo casi fui pisoteado por la estampida, en medio de la muchedumbre solo atinaba a esconderme tras un muro, pues de alguna manera vino a mi mente la idea de que si el fuego alcanzaba el tanque de combustible del vehículo, este explotaría, arrojando esquirlas que podrían penetrar y matar a las personas a su alcance. Obviamente que buscaba con el pensamiento y la vista a mis padres que entre el gentío habían desaparecido. Más tarde los encontré un par de cuadras más arriba, preocupados por mi corta pérdida. De regreso a casa aún se avizoraban las copas de humo negro iluminados por las enormes lenguas de fuego, mientras las sirenas de la policía se perdían conforme avanzaba. Al día siguiente, la radio informaba el ataque senderista simultáneo, fueron tres ENATRUS secuestrados e incendiados con el saldo de dos personas muertas. Eran épocas difíciles, con privaciones y miedos que en ese entonces ningún niño de mi edad debió pasar.
Es por ello, que al ver en un vídeo los vítores perturbados de muchachos universitarios alentando la liberación del sanguinario, me flagela y tortura la moral.
jueves, 5 de agosto de 2010
Recuerdo del Chueco y Obscuro Sendero
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2 comentarios:
Sr. Eduardo Quea, que fue del ranking de webometrics que sale en julio? ya salio? me gustaria que hiciera su post sobre el ranking como de constumbre asi como sus apreciaciones de si es confiable o no... ^^
vdd q jue del ranking...???
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