Desde muy pequeño interiorizé la importancia de la relación con ser supremo capaz de amar, proteger, entender y perdonar. Recuerdo claramente como si de ayer se tratase que cada domingo temprano me levantaba mi Madre con una canción adaptada: Eduardito hoy es domingo, despierta que es tarde ya, la escuela dominical ya empieza ya, ya empieza ya vamos a empezar..... , poder establecer un vínculo paternal con Dios desde niño involucró y aún lo sigue siendo aunque más responsable uno de los regalos más hermosos que pudieron darme mis padres, eramos cerca de 10 niños en la vetusta y humilde iglesia perseverantes, obedientes y orgullosos de nuestra casa, puedo recordar como compañeros a Jorge Anampa, Gracy, Giovana, el incontrolable Daniel quien si de preferencias se tratase sobresaldría grandemente por el pequeño detalle de ser el hijo de la maestra y es que era lo mismo cada domingo con la inocencia de los 8 años discutiendo y forcejeando por quien tocaba el tambor o quien cogía el alfolín para las ofrendas y las innumerables actuaciones de Navidad hacen hasta hoy que la garganta se me seque y forme el nudo característico; cada navidad era algo realmente hermoso, podía considerarme sin exagerar el niño más feliz de la tierra a pesar que en la escuela dominical los recursos eran escasos, siempre recibíamos por más humilde que fuese un regalo, ¿como olvidar? las pelotas, el juego de bingo, Los carritos que exaltaban el corazón hasta más no poder. Hoy el lugar por el que pasaba hace 18 años no ha cambiado mucho.
Siempre desde mi niñez hasta hoy me sentí protegido, escuchado y amado con la satisfacción plena de poder decir que Dios perdura en mi vida con la misma intensidad que hace 18 años. Te quiero mucho.
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