domingo, 23 de marzo de 2008

Semana Santa

El sol recién se asomaba y ya estábamos todos dentro del auto, un día antes fuimos de provisiones para lo que sería un excelente camping familiar, una carpa para 5 personas, una parrilla, 6 kilos de carbón, colchones de aire, almohadas, bolsas de dormir y lámparas serían entre otras cosas las herramientas que harían de estos días una excelente oportunidad para despejar los fantasmas del estres que poco a poco venían acumulando su pesada carga.

Cuando terminamos de llenar la maletera, me di cuenta y se lo hice saber a mi padre que esta vez aunque el recorrido sería menor, no era proporcional a la cantidad de objetos que transportábamos, ya que en otras oportunidades los viajes a Huaraz y Huancayo simplificamos aún más los objetos a necesitar. Y arrancó el auto, sin embargo presumo yo, un tufillo de intolerancia se respiraba en el ambiente que estalló y se hizo evidente cuando mi madre olvidó el bloqueador e insistió que regresemos, mi padre haciendo uso de una extraño tono frunció el ceño y se negó a retornar, mi madre haciendo muestra de sus carencias hormonales comenzó a gritar, yo sólo escuchaba, al costado mi hermano oía su Mp3 increíblemente despreocupado ante la situación, debido a la impotencia de no encontrar respuesta a sus pedidos mi madre comenzó a llorar, la devacle, dije yo, al diablo con el camping, mi padre no pudo resistirse ante ese viejo pero efectivo recurso que mi madre hábilmente se hizo valer para conseguir su objetivo, es cuando emprendimos el retorno y en el trayecto trato de hacerle la conversa a mi hermano quien me contesta con monosílabos, es cuando recuerdo que antes de partir mi padre le hizo limpiar su cuarto a regañadientes y la ira aún corría por sus venas y era yo quién estaba pagando los estragos, en estos momentos sólo era un mero espectador de los enfrentamientos de una familia pacífica que en estos momentos no estaba dando buen testimonio de ello. Conscientes que no podíamos empezar así el viaje, la reconciliación comenzó en el grifo cuando llenamos el tanque y mi Padre con un evidente esfuerzo le pidió a su hasta entonces rival que mirase el marcador en cero, mi madre, quien también estaba dispuesta a cerrar este capítulo hizo que no escuchó y preguntó el pedido, es así como paulatinamente las palabras comenzaron a fluir entre ambos y se enfrió la situación . Ahora el reto era mio, romper el hielo con mi hermano era mi objetivo el cual se cumplió cuando le pregunté por la cámara de fotos.

Es así que la familia se iba de paseo, no precisamente en un auto feo, teniendo como destino La Ensenada, una bella playa situada en el kilómetro 80 de la panamericana sur si mal no recuerdo, al llegar cerca de las 9 de la mañana un grupo de campistas que ya habían pernoctado el día anterior tomaban desayuno furibundamente.... descargamos todo el equipaje y armamos la carpa gris, plantamos nuestra sombrilla y habia llegado el momento de disfrutar este fin de semana largo en familia, como debe ser.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

QUIEN COMO TU QUEA.. X LO VISTO EN SAN BURRIN HAY TIMEPO PARA ESO XD!!!

Unknown dijo...
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