sábado, 1 de marzo de 2008

Mi maestro

Cabrera nunca envejece me decía mi madre, y es que parecìa cierto, el profesor Àngel Cabrera Cabrera enseñò a gran parte de los integrantes de mi familia comenzando por tios, primos y otra serie de conocidos, en segundo grado de primaria al cual me remonto eramos en promedio 14 niños en el aula única del centro educativo fiscalizado 7502 Atocongo, no era privado, pero tampoco público, pertenecía a la Fabrica de Cementos Lima y era todo lo que un niño de mi edad pudiera pedir, sin lugar a dudas es y sigue siendo el colegio màs bello de toda esta parte de la capital, un conjunto de rosales te da la bienvenida, junto a palmeras y un arco formado por enredaderas frondosas conducìa al patio central, el cual estaba circundado por las aulas con techo a dos aguas y piso de parquet, carpetas monumentales pintadas de verde todas y ventanales inmensos que abarcaban màs de la mitad de la pared, el espacio de cada uno de los salones era el doble de los que ocupaban las carpetas, una pizarra verde, una biblioteca, un pupitre, un estante, y otros enceres conformaban el aula, en una esquina del patio central habìa una entrada al biohuerto, lugar donde en màs de una ocasiòn pasàbamos todo el recreo alimentando a los pollos o tratando de camuflarnos del señor Benito (portero del colegio) para robar camotes, zapallos y papas los cuales habìamos aprendido a diferenciar por su hojas, trepàbamos àrboles para coger las moras que en ellos brotaban, improvisàbamos juegos y en algunas ocasiones los màs osados y prematuros practicaban actividades que demàs està decirlo no participaba, el biohuerto era una gran extensiòn de tierra muy tupido de plantas que servìa de refugio a una serie de aves que con la crueldad de los 7 años robàbamos sus nidos, a la izquierda del mencionado lugar habìa otra extensiòn mucho màs amplia donde crecìan zapallos que por su voluptuosidad eran casi imposible pasar desapercibidos en nuestras mochilas, es por eso que nos contentàbamos con rabanitos y lechugas que orondos y contentos llevàvamos a casa con una sonrisa. Detràs de las aulas constituia el punto de concentraciòn màs concurrido en el recreo, una loza deportiva rodeada de plantas boscosas servìa de guarida para jugar a los fortines o capturar caracoles que habìa por millares, avanzando màs lejos un campo verde enorme permitìa deslizarnos por èl en dìas de lluvia, continuando con la descripciòn del lugar que me acogiò y donde tengo los recuerdos mas valiosos de mi vida puedo recordar el el estadio deportivo de fùtbol cuyas medidas oficiales lo hacìan simplemente el predilecto en las horas de educación física. Son muchas las omisiones en las que estoy incurriendo pero esta entrada al blog tenìa otro fin, al grano, en este ambiente acogedor ejercìa la docencia un casi anciano, larguirucho, de cabeza semi calva, ojos verdes, tez blanca y con muchas lìneas que surcaban su rostro, era mi maestro, el profesor Angel Cabrera Cabrera, toda una instituciòn de la escuela y familia. el Pelao a quien llamaremos de este momento asì, tenìa pasta de escritor o màs bien poeta de papel que era presisamente el punto màs fuerte dentro de las muchas habilidades que poseìa, pero sus escritos tenìan que ser recitados y èl estaba a la caza de alguièn digno que pueda hacerlo, para esta tarea en el salòn existian tres candidatos Benito Misaray alias borracho, Cesar susanivar alias Calín y Yo jaja ¿esperaban algo?, desde luego yo era el favorito para convertir sus letras en voz y no cualquier voz, tenìa que ser muy istrionico tal como el me lo enseñaba, recuerdo que para desterrar toda verguenza me conducìa en horas de clase al biohuerto, en allì donde sòlo las pollos y plantas miraban explotaba en locuacidad, cada gesto, cada palabra cada movimiento de sus cejas, todo, así debìa hacerlo, yo practicaba modulando la voz segùn la letra y el pelao nunca quedaba conforme, pero desde luego era evidente que opciòn primera para reclamar sus poesìas era quien escribe; en una ocasiòn osè olvidar la letra mientras ensayabamos como retribución recicbí una marca bien pronunciada en mi mano, una furibunda correa sacó un silbido al aire y rápidamente desgarro el silencio resonando fuerte, y yo sintiéndome culpable por el olvido no tuve otra alternativa que tragar saliva y continuar. Los 6 años transcurrieron irremediablemente y muchas cosas pasaron que talves hoy no recuerdo, algunas si: como tropezar desde el estrado de actuación y caer de cabeza 2 metros, sin secuela alguna, o al menos eso creo ja ja ja. o cuando recolectabamos dentro de los matorrales unos frutos bautizados por nosotros "pìnchito de mono" que eran más picantes que el mismo rocoto y que a mi se me ocurrió echárselo en el ojo a mi amigo (por así decirlo) Castro, tal gracia costo una bofetada resonante en mi rostro por el pelao y que todo el salón se quedara hasta las 4 de la tarde haciendo una jornada de labor en el biohuerto, para colmo los padres comenzaron a venir preocupados por la tardanza de sus hijos, todo el mundo me miraba sin decir palabra alguna pero era evidente lo que pensaban "por tu culpa" , es que no se le ocurrió mejor idea al director que aplicar la comunista frase: "cuando llueve todos se mojan", No faltó los amores inocentes y que por primera vez lo confieso, por si es que ella está leyendo. Janet Cusi Sánchez se llamaba la niña que emocionaba este nobel corazón pero que sin embargo nadie lo sabía. ,cierta vez med pidió que lo acompañase a la salida del colegio a su corral de gallos de pelea que tenía alquilado en algún lugar que no recuerdo, allí habían gallos de todos los colores y yo como si entrase a un mundo diferente los veía emocionado, levantando la cabeza y elevandome de cuclillas para observarlos mejor, recuerdo como Cabrera probaba unas navajas que colocaba en el espolón de uno de sus gallos preferidos y me decía así se hace. El pelao, Ángel cabrera continuó enseñando varios años más, tanto así que fue maestro de mi hermano también. hoy acabo de enterarme que murio hace varios meses, me quedan de él tantos recuerdos, consejos y castigos que sin duda alguna jamás olvidaré de ese viejito canoso, larguirucho, ojiverde y sobretodo pelao, muy pelao. Descansa en paz

7 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

DEBERIAN CASTIGAR A TU MAESTRO... MIRA LA VAINA Q SALIO DE SU FORMACION.

Anónimo dijo...

Ojala el profesor Cabrera no se haya enterado donde estudias,no podria descansar en paz.

Anónimo dijo...

El profe se suicido cuando se entero que estudiabas el la San Martin

Anónimo dijo...

Te enseño a sumar y restar pero no te enseño valores.

Anónimo dijo...

Te felicito por la nota, a tu profe, los comentarios son muy amenos y muchos pasamos esos momentos cuando somos escolares y a veces no nos damos cuenta lo buenos que son nuestros profes, los valoramos cuando somos mayores y maduros.

Anónimo dijo...

Eduardo que gratas palabras al leer tu Blog hacia uno de mejores profesores que tuvo el colegio fiscalizado 7502, yo soy una de esas promociones a la cual tuve a la Profesora Rebeca, pero mi hermano fue quien fue su profesor y promoción tuya, aunque ya nos acompañe Ángel y Agapito, fueron unos de los mejores profesionales que haya conocido.