Estaba yo impaciente recostado sobre las rejas de un parque, esperando el derrotero de mi destino y rompiendo el último lazo tangible que pudiese haber significado un recomenzar, atiborrado por tantas ideas y dudas me preguntaba una y otra vez si debía hacerlo, si debía intentarlo, paradojas de la vida, yo alguna vez di un consejo sobre la búsqueda del equilibrio entre la razón y los sentimientos, esta vez en carne propia una trémula batalla comenzaba a gestarse en mi interior, con un palpitante tambor de guerra mi corazón estaba ávido por abrazarla fuerte y decirle: te quiero, pero mi pensamiento desertaba indefectible a tal acción, durante el fragor de esta breve contienda apareció ella como un céfiro de primavera y mis ojos luego de tantos meses volvían a contemplarla, mientras se acercaba, un universo de recuerdos transitaba por mi mente y parecía que la supremacía del sentimiento quebrantaría a la razón, pero no fue así. Aquella tarde me despedí sin tanta solemnidad, aunque dije muy despacito ¡suerte! tratando de plasmar en esa palabra el agradecimiento por tantos bellos momentos vividos, mientras ella subía al carro yo la observaba irse, sabiendo que esta sea quizá la última vez que lo hacía.
viernes, 31 de octubre de 2008
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1 comentario:
Ella era mucho para ti ,admítelo .
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